MARTES, 19 de agosto de 2025.- En un hallazgo sin precedentes, la ciencia acaba de dar un paso crucial con un descubrimientoque cambia la visión sobre la Antártida: más de 300 cañones gigantes permanecían ocultos bajo el hielo. Según el estudio, publicado en Marine Geology, este sistema podría modificar las proyecciones de circulación oceánica y del nivel del mar.

El relevamiento, detallado por la Universidad de Barcelona y el University College Cork, reconfigura la comprensión de los procesos polares.

El nuevo atlas marino identificó 332 cañones ocultos en la plataforma antártica, una cifra cinco veces superior a la reconocida previamente. Se elaboró a partir de 40 expediciones internacionales, que recopilaron datos batimétricos de alta resolución.

Algunos cañones alcanzan profundidades de 4.000 metros.

Funcionan como autopistas submarinas que transportan sedimentos, nutrientes y masas de agua.

Se trata del sistema más detallado jamás cartografiado en la región polar.

El Dr. David Amblàs, de la Universidad de Barcelona, explicó que es “la primera visión coherente de estos sistemas en todo el margen antártico”, con una relación directa entre los cañones y la dinámica del hielo, tanto en el pasado como en el presente.

Diferencias entre la Antártida Oriental y Occidental
El análisis distingue dos paisajes contrastantes:

Antártida Oriental: cañones extensos, ramificados y con múltiples canales tributarios. Indican una historia geológica estable, moldeada por capas de hielo persistentes.

Antártida Occidental: cañones cortos, empinados y rectos. Reflejan una actividad glacial más dinámica y vulnerable al deshielo.

El Dr. Alan Condron, de la Institución Oceanográfica Woods Hole, señaló que estas diferencias permiten “reconstruir la historia del flujo de hielo” y mejorar los modelos de predicción climática.

Implicaciones para el clima y los océanos del planeta
Los cañones submarinos cumplen un rol esencial en la circulación de agua. Actúan como canales que llevan agua fría y salada desde la plataforma continental hacia el océano profundo, impulsando la circulación termohalina global, un motor que regula temperaturas y distribuye nutrientes en todo el planeta.

Pero el flujo también es inverso: masas de agua cálida ascienden por los cañones, alcanzan las plataformas de hielo y aceleran el derretimiento desde abajo, un factor clave en la inestabilidad de la Antártida Occidental.

Este proceso, según Condron, “no es menor, sino central para entender cómo el calor llega al hielo y cómo el agua dulce derretida retorna al océano”.

El estudio muestra que los modelos climáticos previos simplificaban la topografía del fondo marino.

Ahora, con estos datos, será posible ajustar las proyecciones de pérdida de hielo y estimar con mayor precisión el impacto en la subida del nivel del mar.

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