VIERNES, 22 de agosto de 2025.- Un reciente estudio publicado en Nature señala que la pérdida se está acelerando y se aproxima a un punto crítico con repercusiones a nivel global.
La pérdida de hielo marino en la Antártida parece estar llegando a un punto de inflexión a nivel mundial, generando alzas del mar, modificaciones en las corrientes oceánicas y pérdidas de vida marina imposibles de revertir, según un estudio científico publicado por la revista Nature.
Desde hace años es evidente que la gran masa de hielo pierde su volumen cada vez más rápido. Una investigación previa publicada en la misma revista ya había evidenciado un notable incremento en esta aceleración hacia finales de la primera década del siglo XX.
Actualmente, los expertos alertan sobre la proximidad de un “punto de no retorno” que se está alcanzando a un ritmo cada vez más veloz. “La Antártida muestra señales inquietantes desde el punto de vista del hielo, el océano y los ecosistemas. Algunos de estos cambios abruptos serán difíciles de detener y tendrán efectos para las generaciones futuras”, resumió Nerilie Abram, investigadora de la Universidad Nacional Australiana y autora principal del estudio.
Este fenómeno tendrá repercusiones tanto en la vida marina como en la humanidad en general. La pérdida de hielo está alimentando el aumento del nivel del mar, lo cual no solo modifica las corrientes oceánicas, sino que también influye directamente en el calentamiento global.
La Antártida representa el 90% del hielo en el mundo, que se extiende por una superficie cinco veces más grande que la Argentina. Contiene suficiente agua congelada para elevar el nivel del mar a nivel global en unos seis metros y actúa como una especie de heladera planetaria, que a medida que se derrite, reduce su capacidad de enfriar al mundo.
Los científicos llevan años alertando por los riesgos que supone el cambio climático de origen humano para la Antártida y sobre las consecuencias catastróficas para el futuro, como el aumento del nivel del mar provocado por el deshielo.
El informe también muestra cómo estos cambios están interconectados entre sí y pueden agravar el cambio climático. Abram agregó que los cambios están teniendo efectos en cadena en todo el ecosistema y que en algunos casos, se amplifican mutuamente.
Una capa de hielo reducida refleja una menor cantidad de radiación solar, lo que provoca que la Tierra retenga más calor. Este proceso podría acelerar el debilitamiento de la Circulación Meridional de Vuelco, una corriente oceánica clave que transporta calor y nutrientes a través del planeta, y desempeña un papel fundamental en la regulación del clima global.
Según los investigadores, “la única forma segura de reducir el riesgo de cambios abruptos en el entorno antártico es realizar reducciones rápidas y profundas de las emisiones de CO durante esta década”, con el objetivo de mantener el calentamiento lo más cercano posible a 1,5°C, el límite más ambicioso establecido por el Acuerdo de París.
“El hielo marino antártico puede ser uno de los puntos de inflexión del sistema terrestre”, dijo Abram. Es decir, estamos frente a un efecto dominó: incluso si se lograra detener la emisión de gases de efecto invernadero —los principales responsables del calentamiento global—, el proceso de deshielo no se detendría.
“Una vez que empezamos a perder hielo marino antártico, ponemos en marcha este proceso que se autoperpetúa –dijo Abram–. Aunque estabilicemos el clima, seguiremos perdiendo hielo antártico durante muchos siglos”.
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