DOMINGO, 22 de abril 2018.- Es un sistema más rápido, más barato, más transparente, elimina el clientelismo político y aumenta la participación ciudadana. Éstas son, según sus defensores, algunas de las ventajas del voto electrónico.

“Votar con computadoras es abrir una puerta grande al fraude”. Así comienza el prefacio escrito por Richard Stallman, conocido promotor del software libre. “El único sistema confiable es votar con papel”, asegura, y propone que, de encontrarse un sistema de voto digital confiable, éste debería ser probado de forma gradual durante una década.

A través de una detallada argumentación y valiéndose de ejemplos reales, algunos hechos sucedidos en Estados Unidos, Brasil y Argentina, ponen en jaque, una a una, las supuestas ventajas del voto electrónico, fundamentando así la afirmación inicial de Stallman.
Voto electrónico es “todo sistema informatizado para el acto de emitir y contar los votos en la mesa de votación, donde los y las ciudadanas entran en contacto directo con los dispositivos electrónicos”.

Existen tres grandes sistemas para sufragar electrónicamente:

– Sistemas de recuento automático de votos mediante reconocimiento óptico de las marcas hechas en una boleta.
– Sistemas de registro electrónico directo (RED), que utilizan urnas electrónicas.
– Votación a distancia a través de internet.

El sistema RED, es el modelo preferido por las empresas del mercado y es el utilizado en Brasil, algunos estados de Estados Unidos y Venezuela. Es un sistema fácil y rápido, el recuento de votos es inmediato, todo queda en la memoria del dispositivo, y el ciudadano, enfrentado a una máquina, sólo deberá apretar un botón. Se puede corregir el voto y votar en blanco, pero no invalidarlo o cometer errores de los que resulte su anulación. Existe una versión de los sistemas RED en la que es posible tener un registro paralelo en papel, en forma de ticket de supermercado, pero, aun con esta variante, la cuenta de los votos se basa únicamente en los registros que quedan en la memoria de la urna.

Confianza versus fraude

Todos son beneficios para los defensores de este sistema de votación, pero todo son problemas para los que se oponen.

– En cuanto a la transparencia, el mayor inconveniente radica en que la fiscalización queda en manos de una “elite electrónica”, en la que el ciudadano común deberá confiar ciegamente, porque no tendrá forma alguna de verificar su proceder, mientras que para controlar el tradicional voto en papel sólo hace falta saber leer y escribir y tener algunas nociones básicas de matemáticas.
– Se plantea, también, el problema de cómo controlar que el software funcione bien. Y todo son dudas. Desde el inicial “¿cómo saber que la urna está vacía?” hasta el final “¿cómo saber que el conteo final es correcto?”.

Para rebatir estas dudas, los defensores de este sistema aluden, en general, al hecho de que ya han sido utilizadas “con éxito” en otras elecciones, pero, siguiendo la lógica, esto no aclara nada, porque, ¿cómo sabemos que no hubo problemas anteriormente?

Si investigamos un poco numerosos ejemplos demuestran la falta de seguridad del sistema, la facilidad para fraguar los resultados finales o para convertir un voto secreto en un voto a secas.

“El clientelismo político es un problema social, económico y educativo que no se soluciona con tecnología”.

El voto electrónico permite mecanismos para romper el secreto del voto, diferentes a los usados en el voto tradicional, pero más eficaces.

El caso de Holanda resulta ilustrativo; allí se constató que, a partir de la radiación electromagnética que emiten las urnas electrónicas, es posible detectar a quién vota una persona a una distancia de 25 metros, usando dispositivos disponibles comercialmente. En mayo del 2008, el gobierno holandés resolvió volver al voto en papel.

En Ohio, se descubrió que era posible reconstruir el vínculo entre voto y votante, ya que las urnas entregaban, al que las solicitara, una lista de votantes y otra de votos en orden cronológico de emisión.

Cualquiera que conociera esa vulnerabilidad del sistema podría organizar una compra o extorsión masiva de votos indetectable.

Por otra parte, y según se indica, una serie de pruebas de seguridad de las urnas, realizadas en la Universidad de Princeton, mostraron cómo se podía inyectar un virus en una urna, reproducirlo, lograr que modificara los resultados y autoeliminar el virus, sin dejar huellas.

El fraude electrónico no necesita un número importante de personas: por el contrario, con un programador basta.

No tan bueno, ni económico

– La rapidez del conteo es, quizá, la característica menos vulnerable del voto electrónico y para algunos, su única ventaja.

Pero la rapidez sin confianza y sin seguridad no sirve en un sistema electoral. En la localidad de Las Grutas (Río Negro, Argentina), en el año 2007, se usaron cuatro urnas electrónicas y una de ellas arrojó como resultado “cero” votos. En ese caso, hubo registro en papel y los votos no se perdieron. Pero resulta gracioso, dentro de tanto marco tecnológico, que la explicación dada por la empresa proveedora fuese la siguiente: “alguien debe de haber sacudido la urna”.

Las elecciones de 2000, en Estados Unidos, que dieron ganador a Bush sobre Al Gore, son ejemplo claro de un sistema que, además de recibir múltiples denuncias por fraude, pone en duda hasta su ventaja más proclamada y menos criticada. La demora de los resultados fue evidente, las elecciones se definieron tres días después de terminados los comicios; el moderno sistema incluía lectores ópticos y conteo automatizado.

– Otro argumento a favor del voto electrónico es que permite economizar.

Ésta es “otra probada falsedad”, ya que basta sumar los costos de poner terminales de votación en cada una de los circuitos electorales, más los costos de la contratación de los servicios de auditores profesionales para constatar, y los totales siempre serán mayores a los del voto tradicional.

Las computadoras fallan, existe otro factor que desanima vinculado a la inevitable renovación que toda tecnología de este tipo requiere, con lo cual se agregan nuevos gastos.

El estado de Maryland, entre 2002 y 2003 hizo una inversión de 67 millones de dólares con el objetivo de pasar del sistema de escaneo óptico a máquinas de pantalla táctil. En 2008, estas 19 mil máquinas no se habían terminado de pagar y ya debían ser renovadas.

– Para refutar la afirmación de que gracias al voto electrónico habrá mayor participación ciudadana, debemos plantear el problema de que sólo un grupo de personas altamente calificadas en software, electrónica y hardware podrán comprender cómo funciona el sistema, lo que restringe el rol de la ciudadanía.

También, que pasará con adultos mayores, personas de escasos recursos, con dificultades visuales o bajísimo nivel educativo, ya que se verán enfrentadas a un sistema mucho más complejo que el tradicional.

Esto plantea la abstención como un problema social y político, sin solución en el campo tecnológico.

Por último, hay un detalle importante y delicado, debemos dejar todo el proceso electoral en manos de las empresas privadas que proveen las urnas electrónicas, ¿cómo se auditarán estas empresas? y ¿cómo sabremos si sus intereses electorales y políticos no repercutirán en los resultados?

Resulta significativo que en las discusiones sobre los aspectos técnicos de estos sistemas de votación no estén presentes expertos en seguridad de sistemas de información independientes “que presentan más advertencias, alertas y reparos, que romances y utopías”, y se recurra, únicamente, a ingenieros y vendedores de las firmas que distribuyen y comercializan dichos sistemas.

La única ventaja, relativa del sistema, es la rapidez del conteo de votos, no hace la diferencia, para una provincia en la que prácticamente en dos o tres horas después de la elección, y gracias al sistema de encuestas a boca de urna, se conocen los resultados.

 

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